El histórico dirigente de la UCR participó del Ciclo de Entrevistas organizado por la Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA). Dudas por la condena a Cristina Kirchner. Críticas a De Loredo y Losteau. Y por qué Milei manifiesta su odio contra Raúl Alfonsín
Hay muchos radicales que votaron a Javier Milei en el balotaje de 2023, y seguramente lo van a volver a votar ahora en las elecciones legislativas. ¿Qué significa para usted un radical que vota a Milei?
—Yo creo que no se puede ser radical y votar a Milei. Alguien que está afiliado al radicalismo, pero que no sabe bien qué es el radicalismo, puede ser que lo vote. Pero no un verdadero radical, no lo creo. Porque ser radical es adherir a un sistema de ideas, principios y valores que son los opuestos al sistema de ideas, principios y valores que representa Milei.
De todas maneras, es cierto, hubo dirigentes del partido que aconsejaron votarlo, cosa bastante difícil de entender en un partido auténticamente democrático. Porque era claro y evidente que Milei no tiene compromiso con los valores esenciales de la democracia. Era evidente eso. Yo no sé cómo no se dieron cuenta. Es más, yo decía que había que hacer una suerte de ‘cordón sanitario’ para evitar que ese hombre lograra acceder al poder.
Pero lo peor es que, no solamente lo apoyaron en ese momento, sino que después de que ganó las elecciones, durante más de un año y medio de gestión, no hicieron otra cosa que avalar todas todas las iniciativas que envió al Parlamento.
Las que violaban la Constitución, las que eran contrarias a los principios republicanos y las económicas y sociales, que produjeron los problemas que hoy están a la vista. Quienes acompañaron a Milei desde que asumió, sería bueno que dijeran ahora si volverían a hacer lo mismo. Porque acompañaron absolutamente todo. A mí nunca me convencieron de eso.
—Hay radicales con el peronismo, radicales con Macri y, ahora hasta “radicales con peluca”. ¿Sigue existiendo el radicalismo o es un recuerdo del pasado?
—¿Qué opinión tiene sobre la presidencia actual de la Unión Cívica Radical por parte de Martín Lousteau?
—Yo no opino personalmente de nadie, porque las conducciones siempre son colectivas. El partido cometió muchos errores que lo han llevado a la situación en la que se encuentra hoy. Creo que el tiempo le ha dado la razón a los que, como yo, decíamos que el partido estaba haciendo alianzas con sectores que no eran los que nos vinculaban con la sociedad.
No creo que haya un sólo responsable, y no me siento con demasiado derecho a opinar. Pero, por ejemplo, en Córdoba se enojan con De Loredo. Pero De Loredo es la consecuencia de un cúmulo de errores que se vienen cometiendo desde hace mucho tiempo. Para mí, la responsabilidad es de los que condujeron la UCR a nivel nacional y provincial. Libero de toda responsabilidad a la militancia distrital y, por supuesto, a los afiliados y afiliadas radicales que no tienen una participación tan activa, pero que se sienten vinculados a la UCR y que creo que nos van a acompañar en esta elección, con mi candidatura por el partido Proyecto Sur.

—Milei ha centrado todas sus críticas, su enojo, su fastidio y su odio en Raúl Alfonsín. Lo ha dicho públicamente muchas veces. ¿Por qué cree que hay un encono tan marcado y personal de Milei contra Raúl Alfonsín?
—Porque es un antidemocrático. Porque criticando a Raúl Alfonsín cree que debilita la democracia. Milei cree que la democracia es un obstáculo para el buen funcionamiento de la economía. Cree que la Constitución debería impedir que la política se meta en la economía. Que la vida debe funcionar en el marco del libre mercado, donde, por supuesto, no somos todos iguales. Entonces pretende desacreditar todo lo que esté asociado a la democracia. Cabe destacar que, todos los liderazgos del estilo de Milei en todo el mundo; racistas, xenófobos, clasistas, oligárquicos; están empeñados en desacreditar la democracia. Según ellos, la democracia es incompatible con ‘las libertades’. Estos señores a los que Milei admira, (Friedrich) Hayek, (Milton) Fridman, (Murray) Rothbard, lo tienen escrito, no lo estoy inventando. Dicen que la democracia es incompatible con el funcionamiento del capitalismo. Y sí. Es incompatible con el funcionamiento de un capitalismo salvaje que desvincula totalmente la economía de la ética.
Creen que el ser humano debe estar al servicio de la economía, y nosotros creemos lo contrario: que la economía debe estar al servicio del hombre. Y es la sociedad la que tiene que decidir. Y como la sociedad, en general, decide a favor de la idea de que la economía debe estar al servicio del hombre, a Milei no le gusta la democracia.
—¿Es correcto que Cristina Kirchner esté presa o le parece que es una medida, como dice el kirchnerismo, proscriptiva?
—Quiero aclarar que yo no leí la causa. Y no creo que ninguno de los políticos que opinan lo hayan hecho. Son miles y miles de fojas. Por otra parte, tampoco soy especialista en esa rama del Derecho. Con lo cual, tuve que guiarme por lo que decían los medios: unos decían una cosa, otros decían lo contrario. Entonces, lo que hice fue hablar con los especialistas, que no son precisamente partidarios del kirchnerismo o del peronismo, y les pregunté si habían ocurrido irregularidades en las instancias inferiores a la Corte Suprema.
Si habían ocurrido cosas que demostraran que no se había actuado conforme al derecho. Y me respondieron afirmativamente: me dijeron que ocurrieron cosas muy raras. No las quiero mencionar ahora para no entrar en tecnicismos, pero podría mencionar el rechazo de la excusación de algunos jueces que eran muy amigos de los que hicieron las denuncias.
A mí no me gustaría que, si alguien me denuncia, el juez ante el que se me denuncia sea amigo, o muy amigo, del que me denuncia. Para colmo de males, también les pregunté si la Corte Suprema debería haberse abocado a tratar el recurso de queja presentado por la defensa de Cristina Kirchner, si debían haber aceptado el tratamiento. Y me dijeron que sí. Tal vez, si la Corte Suprema lo hubiera hecho, se hubieran despejado las dudas. Pero al negarse a hacerlo, las dudas de la sociedad, o parte de la sociedad, en lugar de despejarse, se acentuaron.
Analizando esta suerte de rescate del Tesoro de los Estados Unidos al gobierno de Milei, ¿usted cree que esta situación puede terminar peor que el blindaje de 2001 durante el mandato de Fernando De la Rúa?
Habrá que ver. Todavía no tenemos toda la información sobre el acuerdo. Esperemos que no. Pero yo digo lo siguiente: el pedido de auxilio del Gobierno argentino al de Estados Unidos demuestra que los que decíamos que estas políticas iban a generar muchísimos problemas teníamos razón. Es obvio que el Gobierno argentino fue a pedir este auxilio porque estaba en un problema muy complejo y muy difícil. Por un lado, se podría decir: ‘menos mal que nos auxiliaron, porque si no íbamos a parar a los caños’. Ahora, también es claro que no hemos resuelto el problema de fondo; simplemente ganamos tiempo.
Los problemas que condujeron a pedirle auxilio a Estados Unidos siguen existiendo, y lo dicen no solamente los políticos en Argentina, sino también los analistas políticos de otros países. Por otro lado, habrá que ver cuáles son los costos de este auxilio. Qué nos va a pedir Estados Unidos a cambio. Es una barbaridad que esto no se haya debatido en el Congreso y que los ciudadanos argentinos desconozcan cuáles son los compromisos que el país asumió frente al auxilio de Estados Unidos. Porque los países tienen la costumbre de tratar de aprovechar al máximo las oportunidades que tienen de obtener beneficios, y Estados Unidos no es la excepción. Y si se duda acerca de que los países actúan de esta manera, fíjense lo que pasó en Ucrania.
Creo que la principal responsabilidad que tiene la clase política es superar el estancamiento, el atraso del país y el sufrimiento de una gran cantidad de personas. Creo que la única manera de encarar esta situación es a través de acuerdos y consensos básicos fundamentales. Esta situación no la resuelve el mercado. Pero no porque el mercado sea malo, sino porque no es el propósito del mercado resolver los problemas políticos. Esto tiene que resolverlo la política, pero no un partido en soledad, sino mediante un acuerdo entre todos los partidos que tienen chances de gobernar. Y tampoco alcanza con un acuerdo entre ellos solos. Es necesario incorporar a los sectores del trabajo y de la economía. Se necesita gente comprometida con el diálogo.
Es necesario conversar con el adversario. Nadie es dueño de la verdad y los peores enemigos son los arrogantes que se sienten dueños de la verdad, los que creen que el adversario tiene todas las culpas y los propios todos los méritos. En ese sentido, es imposible dialogar con un hombre como Javier Milei. ¿Cómo se hace para dialogar con alguien que dice las barbaridades que le dice al adversario? Incluso cuando le pide a la sociedad que odie más a los periodistas. Es obvio que para ese hombre, el diálogo no sirve para nada. Yo creo que eso es malísimo.